La Antártida, uno de los continentes más vulnerables al cambio climático © 2j architecture / Shutterstock
Según estimaciones, la industria turística global es responsable de una décima parte de las emisiones mundiales de carbono y, por ello, dar pasos conscientes hacia la reducción de las emisiones nunca habrá sido más importante que ahora.
Nunca ha sido una tarea sencilla, pero a medida que un creciente número de destinos, hoteles y otros proveedores de servicios turísticos optan por una filosofía más verde, cada vez es más fácil que los viajeros apoyen a quienes lideran la reducción de emisiones. Ojo, porque no todos los negocios que presumen de ser verdes lo son de verdad, hay que comprobarlo y no darlo por hecho.
1. Dormir en alojamientos sostenibles
Mashpi Lodge, en Ecuador © Michael Kleinberg / www.mashpilodge.com
Para cumplir con el Acuerdo de París, la industria hotelera mundial debe reducir sus emisiones en un 66% de cara al 2030 y para ello necesita la ayuda de los viajeros.
El cartelito que anuncia el compromiso del hotel de no malgastar agua, presente en los baños de las habitaciones, ya no le otorga la categoría de hotel sostenible. Ahora los alojamientos que se toman en serio la sostenibilidad destacan sus credenciales ecológicas (como la certificación LEED: Leadership in Energy and Environmental Design, por sus siglas en inglés) en sus webs. Cuando el compromiso medioambiental no esté claro, o si no hay web, conviene preguntar.
No todos los hoteles pueden permitirse el papeleo que supone conseguir una certificación ecológica, pero muchos de ellos trabajan para minimizar su impacto a través de iniciativas como abastecerse de alimentos y productos locales, eliminar plásticos de un solo uso, promover el reciclaje, rellenar cantimploras, ahorrar agua y energía y ofrecer puestos de trabajo a los lugareños.
2. Tratar la habitación del hotel como propia
El viajero también puede ayudar a reducir emisiones; por ejemplo, apagar las luces al salir, no utilizar los artículos de un solo uso y evitar que toallas y ropa de cama se laven innecesariamente indicando que puede reutilizarlas (muchos hoteles tienen códigos e indican dónde debe dejar el huésped las toallas para no cambiarlas). Basta con imaginarse, durante el tiempo que se esté alojado, que esa habitación es la propia y que debe cuidarse como si se estuviera en casa.
Si se cree que el alojamiento puede mejorar de alguna manera, es buena idea ofrecer propuestas constructivas, idealmente en persona. En muchos hoteles se pueden encontrar encuestas o formularios para dejar la opinión del viajero, y seguro que los comentarios razonados serán de gran ayuda. Al fin y al cabo, nadie cambia si no es consciente de que necesita cambiar.
3. Utilizar el transporte público
Circuitos en bicicleta evitan las emisiones de carbono © arkanto / Shutterstock
En los viajes en avión todavía habrá que esperar para encontrar una alternativa con menor huella de carbono, pero existen un montón de opciones para reducir las emisiones una vez se ha llegado al destino. Conviene utilizar el transporte público; no solo puede ser toda una experiencia; en muchas ciudades se usan vehículos a pedales o eléctricos, lo cual reduce todavía más el impacto medioambiental.
También existen compañías de taxi ecológicas, como Green Tomato Cars, en Londres, la primera y más extensa red de coches híbridos de la ciudad, o Green Cabs, en Nueva Zelanda, que destina una parte de los beneficios de cada trayecto a proyectos de reforestación autóctona.
Y si hay que alquilar un vehículo, siempre se puede elegir la opción más sostenible para el planeta: un vehículo eléctrico, híbrido o de consumo eficiente. Hay que evitar circular en horas punta y permanecer atento a las actualizaciones de tráfico con apps como Waze para evitar los atascos, que consumen mucho combustible.
4. Excursiones a pie (y en bicicleta)
Los circuitos a pie y en bicicleta, con cero emisiones, no solo son excelentes alternativas a los circuitos en autobús, sino que también facilitan un conocimiento más profundo del lugar.
Hay muchos recorridos que pueden hacerse a pie y permiten disfrutar del ambiente de la calle y tomar el pulso a las actividades cotidianas de los habitantes de la ciudad. Recorridos urbanos, circuitos especiales, paseos culturales o excursiones de un solo día son actividades respetuosas con el medioambiente y que convierten muchos momentos del viaje en recuerdos inolvidables.
5. Tener en cuenta las ‘calorías’ del carbono
Mercato Metropolitano, el primer mercado de alimentos comunitarios sostenbiles de Londres © Alena Veasey / Shutterstock
Descubrir nuevas gastronomías es una de las grandes alegrías de viajar, pero sabiendo que un cuarto de las emisiones mundiales procede de la comida, no hay que perder de vista el impacto que nuestras elecciones culinarias tiene.
Lo más fácil para reducir la huella de carbono es evitar alimentos que perjudican al clima, sobre todo ternera y otros productos animales, en especial si su procedencia no está clara. La app The HappyCow localiza opciones verdes y veganas en más de 180 países.
Se coma lo que se coma, hay que procurar que sea local, de temporada, sostenible e, idealmente, natural, valores que reducen las emisiones de carbono. Si esto no se especifica en la carta o en la etiqueta, conviene investigar. La web World Wildlife Fund ofrece guías de pescado y marisco sostenible de casi 30 países del mundo.
6. Reutilizar y cocinar en los viajes
Para ahorrar algo de dinero, los sándwiches caseros generan la mitad de emisiones que los que venden en las tiendas. Preparar la propia comida también ayuda a reducir la huella de carbono, y llevar consigo cubiertos y vajilla reutilizable también evita el coste de CO2 que suponen los utensilios de un solo uso.
Además, hacerse la comida mientras se viaja facilita unas cuantas ventajas de las que no siempre se es consciente: permite conocer mercados locales, entrar en contacto con la población local, disfrutar del aire libre e investigar la gastronomía del lugar que se visita.
Jao Camp, en Botsuana © www.wilderness-safari.com
7. Elegir un alojamiento con poca huella de carbono en un viaje a África:
El único glamping del país evita el uso del plástico y cultiva sus alimentos en dos idílicos enclaves.
Ser de los primeros en experimentar este recién reformado lodge de Wilderness Safaris Botswana, galardonado con premios de turismo sostenible.
8. Dormir en alojamientos que reducen su huella de carbono en Europa:
Aprender a recolectar la comida alojado en una acogedora cabaña de tierra y hierba en los bosques suecos. No hay ducha, pero tiene sauna flotante.
Reducir la presión turística sobre Barcelona es posible en este albergue que ayuda a los viajeros a reducir su huella de carbono.
Hotel Brooklyn Bridge de Nueva York © www.1hotels.com
9. Buscar alojamientos sostenibles en el continente americano:
Una opción sostenible en Nueva York, con temporizadores en las duchas, cajas para donar la ropa que ya no se usa y una noche de “cielo oscuro” al mes en la que las velas sustituyen a las luces.
Para codearse con científicos en este faro de la sostenibilidad en el Chocó ecuatoriano.
10. Ir a un refugio ecológico en Oceanía:
Dirigido por fotógrafos de fauna salvaje, este nuevo refugio ecológico y glamping de la Isla de Navidad es la base ideal para asistir a la famosa migración de cangrejos rojos de la isla.
11. Dormir en verde en Asia:
Un alojamiento asequible construido con materiales locales donde dormir tras pasar un día siguiendo el rastro a los tigres en un remoto parque nacional.
Disfrutar de la tradicional hospitalidad beduina en un espectacular ecohotel alternativo y pionero en la escarpada Reserva de la Biosfera de Dana.
Este resort de lujo en primera línea de mar funciona con biocombustible casero y empodera a los lugareños para proteger su entorno.